Emma miraba al espejo, su
mirada era fría y triste y el paso de los años se reflejaba en su
rostro, poco quedaban ya de aquellos años de su juventud, se había
convertido en un mero recuerdo de si misma, aquello que mas temía
había pasado: ahora era vieja.
Desde joven, cuando
pensaba en la llegada de ese momento, se había sentido asqueada,
pensando que ya no seria hermosa, que nadie nunca más la desearía y
que se convertiría en alguien ajado y feo que la gente despreciaría
y consideraría sin valor.
Siempre se había cuidado
mucho, su alimentación, sus hábitos, su salud, sus amistades,
siempre había procurado evitar el estrés, tener todo al detalle
para que nada la sorprendiera, para que todo estuviera tal y como
ella quería.
Había conseguido
triunfar en la vida y había llegado muy lejos en su profesión, pero
ahora con los años ya no podía ejercerla, sus ojos ya no eran los
mismos y la habían jubilado porque ya no podía operar. Lo que mas
le había llenado en todos estos años era el trabajo, llegó a ser
el único motivo por el que se levantaba cada mañana, ya que en su
vida vacía y solitaria no había ningún otro.
En su obsesión por
convertirse en vieja y obsoleta había alejado de su lado a sus
amigos, y seres queridos, pensando que no quería que la recordaran
ajada y fea, y se había quedado sola.
Emma se miraba y
recordaba, no entendía como podía ser posible lo que había pasado
hacia pocos días. Se había encontrado con un antiguo amigo, uno de
esos que sientes que es tu alma gemela, ella intentando evitar el
encuentro se había escondido pero el que la había visto pícaro fue
y la dijo : “te pille” . Le dijo que le gustaría mucho tomar un
café con ella, que había algo que llevaba años guardado y que le
quería contar. Ella accedió a regañadientes, no entendía que
intenciones podría tener.
Tomás, que así se
llamaba este gran amigo, la miró fijamente a los ojos y la dijo “
Emma, siempre te he querido, siempre he deseado pasar mi vida junto a
ti, pero tú te alejaste de mi, y por mucho que te busque no te he
encontrado hasta ahora” . Emma se quedo mirándole con los ojos
como platos y se quedó sin saber qué decir, en el fondo ella
también había sentido lo mismo hacia él y por eso se había
alejado, la dolía solo el pesar de que él con los años la llegara
a ver como era ahora y por eso se alejo de él. “ ¿Y aun viéndome
así sientes lo mismo?” “Para mi corazón eres y serás siempre
la más hermosa, da igual el tiempo que pase, eso a mi no me importa,
olvida esos prejuicios estúpidos”. Lágrimas recorrieron los ojos
de ella, se había sentido tan sola tanto tiempo, se había odiado a
si misma tantas veces por haber actuado de una manera tan cobarde por
haberse boicoteado a sí misma, por no haberse permitido ser feliz.
Tomás la abrazo , “siempre estaré contigo en lo que nos queda de
vida, si me dejas” y dicho esto la besó, y su beso fue cálido y
cariñoso fue lo más reconfortante que había sentido en mucho
tiempo, y se dio cuenta de lo tonta que había sido, de todo lo que
se había perdido en la vida.
Ahora, mirando al espejo
y recordando aquel dulce beso, una sonrisa se instalo en su rostro y
sus ojos brillaron como nunca lo habían hecho, y no vio fealdad, vio
la belleza de la madurez, y eso la hizo sentirse más estúpida aún.
“Siempre estaré aquí para ti, si decides que así sea, como sé
que esto es muy repentino esperare unos días a tu respuesta y si no
quieres que estemos juntos no hace falta que me llames, lo entenderé
y me iré de la ciudad” Tomás se había despedido con estas
palabras y le había dado otro beso, aun mas intenso que el anterior.
Ella había estado pensando, y había decidido que no quería estar
más tiempo sola, que ya estaba harta de haberse boicoteado tanto.
Cogió el teléfono y marco el numero que Tomás le había dado, “
Quiero que cada día se llene con tus besos”. Desde el otro lado
del teléfono le pareció oír sollozos “No llores“ le dijo Emma,
“ tranquilla, lloro de felicidad, porque por fin dejaremos de estar
solos”. Y aquel fue el principio de una vida para ella, en la que
no estaría sola y en la que dejaría de lado todos esos perjuicios
estúpidos que tanto la habían perjudicado.
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